Hace un tiempo tomé una decisión que cambió mi vida personal y profesional: mudarme de Argentina a España. Como nutricionista, sabía que esta experiencia no solo significaría adaptarme a nuevas costumbres, sino también descubrir otras formas de vivir y relacionarse con la comida.
Desde que llegué, empecé a observar diferencias que me llamaron la atención, tanto en lo cotidiano como en el enfoque nutricional. Algunas me sorprendieron, otras me encantaron, y varias me hicieron replantearme ideas que daba por sentadas. Hoy quiero compartir cinco diferencias en la alimentación entre ESPAÑA Y ARGENTINA, no solo desde mi formación, sino también desde lo que viví como persona y como profesional.
1. Los horarios de las comidas
Una de las primeras cosas que noté al llegar fue lo tarde que se come en España. El almuerzo puede ser a las 14:00 o 15:00 y la cena, ¡a partir de las 21:00 o incluso más tarde! En Argentina, solemos cenar entre las 20:00 y 21:00, y almorzar alrededor del mediodía.
Este cambio impacta directamente en la organización del día: cuándo comemos, qué elegimos y cómo nos sentimos a lo largo de la jornada. Me encontré repensando cómo adaptar las recomendaciones nutricionales a estos nuevos horarios sin que se pierda el equilibrio ni se llegue a la próxima comida con un hambre feroz y creo que es la diferencia en la alimentación entre España y Argentina que más me costó adaptar.
2. El pan y el aceite de oliva como protagonistas
En Argentina también consumimos pan, claro. Pero en España, el pan está presente en casi todas las comidas, y acompañado de aceite de oliva —un hábito profundamente mediterráneo. En lugar de ver al aceite con temor por ser una “grasa”, acá se lo celebra como un alimento saludable, rico y necesario.
Este enfoque me pareció valioso: entender que no se trata de evitar las grasas, sino de elegirlas bien. El aceite de oliva extra virgen, en cantidades adecuadas, puede ser un gran aliado para la salud cardiovascular. Y el pan, si es de buena calidad, también puede formar parte de una alimentación equilibrada.
3. La cultura del tapeo vs. la picada
Ambos países comparten algo hermoso: la comida como excusa para reunirse. En Argentina, la picada es infaltable en encuentros familiares o con amigos. En España, ese rol lo cumple el “tapeo”: pequeñas porciones para compartir, charlar y disfrutar sin prisas.
La diferencia está en los ingredientes y en el ritmo. El tapeo suele durar horas, recorrer bares, probar distintas cosas. Me hizo pensar en lo importante que es frenar, masticar con calma, saborear, hablar. Comer no solo como necesidad biológica, sino como placer y vínculo.
4. La conexión con los productos de temporada
En España hay una cultura muy arraigada de ir al mercado, comprar frutas y verduras frescas, y elegir lo que está en temporada. Aunque en Argentina también tenemos mucha producción local, la variedad disponible y el hábito de consumir según la estación no está tan instalado en todas las regiones.
Como nutricionista, esto me pareció un punto fuerte. Comer de temporada no solo es más económico y sostenible, sino que también garantiza mejor sabor y más nutrientes. Además, permite una alimentación más variada a lo largo del año. Y me encantaría que este punto deje de ser una diferencia en la alimentación entre España y Argentina.
5. La relación con la comida y el cuerpo
Este punto es más subjetivo, pero igualmente relevante. Noté que en general (aunque no siempre), en España hay una relación un poco más relajada con la comida. Se disfruta más, se juzga menos, y hay menos cultura de la culpa. Esto no significa que no existan dietas restrictivas o presiones estéticas, ( hablaremos de esto en otro momento) pero sí me encontré con un entorno que invita más al equilibrio que al control excesivo.
Me hizo reflexionar sobre cómo el entorno moldea nuestra relación con la comida. Y también sobre la importancia de trabajar desde un enfoque más amable, que contemple no solo lo que comemos, sino cómo y por qué lo hacemos.
Conclusión
Ser nutricionista en dos países tan distintos me dio la oportunidad de ampliar mi mirada, de salir del piloto automático y cuestionar muchas ideas que creía inamovibles. Me enseñó que no hay una sola manera de comer bien, y que la cultura, el entorno y la historia personal de cada uno también forman parte de lo que significa “alimentarse saludablemente”.
Si estás en otro país y notaste cambios en tu forma de comer, o si simplemente te interesa este cruce entre cultura y nutrición, me encantaría leerte en los comentarios.
Gracias por acompañarme en esta primera entrada donde te conté un poco las diferencias en la alimentación entre España y Argentina que note al llegar aquí.
¡Nos leemos en la próxima!
Romi ♥